jueves, 3 de mayo de 2007

Hoy..

08:35 a.m. ; suena el despertador. Pienso para mis adentros [valga la redundancia] “Pah, es re temprano..” y me vuelvo a dormir, no sin antes poner “Alarma recurrente”, para que suene a las 08:50.

08:50 a.m. suena la Alarma Recurrente. Abro el ojo izquierdo y veo a mi hermana corriendo por el cuarto, seguramente buscando el pantalón deportivo del liceo [que nunca sabe dónde lo deja] y el delineador de ojos que bien escondido lo dejé.
“Silvina, despertate, dale. Ayudame a buscar el pantalón del liceo, dale” – ¿qué dije yo?. Ja, si la conoceré -.
Mi respuesta se resumió a levantar mi brazo izquierdo, colocarlo en posición de 90º, elevar el dedo del medio y arrollar los otros. Sí, le hice “dedito”. Me insulta y se va.

08:55 a.m. – yo seguía plácidamente durmiendo – siento algo frío y líquido en el pelo, que me baja por el cuello, sí, alguien me tiró agua. Me levanto, de mal humor, insultando a todo lo que se cruce en mi camino; pateó al gato [ok, no lo pateé, ahora lo que me falta es que caigan los de Protección Animal ¬¬] y me dirijo a la cocina.

Mi imagen a primeras horas de la mañana es típica, remera de manga corta hasta por debajo de los muslos [una remera XL], medias, el pelo revuelto [como si algo estuviese habitando allí]la boca hinchada y los ojos achinados.

Abro la heladera y no encuentro eso. No puede ser, tiene que estar ahí. Consulto a mi madre. Mi madre dice que no sabe. Por las dudas, insulto a mi hermana pero no, ella tampoco sabe. Alguien se comió toda la manteca salada, eso no es bueno. Entonces decido saltarme el paso uno de todas las mañanas [que consiste en hacerme tostadas de pan con semillas de girasol y manteca salada] y directamente salto al paso número dos: Calentar el agua para mi tazón de café.[Todo el que me conoce sabe que el Café es una de las cosas que me mantiene viva, sin café no existo].

Mientras tanto voy al baño y resuelvo mis necesidades mañaneras.

09:10 a.m. Hierve el agua. Voy a la cocina, saco la caldera de la hornalla y abro el mueble. No encuentro el café. Me empiezo a poner histérica. Busco, revuelvo, tiro, desordeno, pero nada, el café no está, el café se fue. O alguien se lo llevó.

Psicótica a ésta altura decido ir hasta el almacén y comprar sobres de café – no es lo mismo, pero es café -, compré seis, me tomé cuatro. Escondí los otros dos.

Para ésta hora no había más nadie en mi casa, solo estaba yo. Y el gato.

“Tengo hambre” – dije en voz alta. Pero no había nada interesante y/o apetitoso para comer. Bah, en realidad había un bizcochuelo de vainilla relleno de dulce de leche, pero no era conveniente digerir eso, paso a detallarles el motivo:
Mi hermana fue quien rellenó ese bizcochuelo, xq yo soy una inútil que ni siquiera es capáz de hacerlo. Me da pereza. Bueno, ella lo rellenó.

A la tarde, mi padre me pregunta si comí de eso, a lo que le respondo que sí. Me mira, se ríe y me dice: “¿no tuviste problemas a la hora de hablar con Walter?” – [véase como : “Ir al baño”] - a lo que le respondí anonadadamente “No, por?”, me mira, se ríe y me dice: “No, xq la bestia de tu hermana rompió el bollón de dulce de leche, o sea, lo cortó xq no podía abrirlo. Entonces te imaginarás que si lo cortó con el cuchillo, que fue el mismo que usó para rellenar el bizcochuelo, el mismo está lleno de vidrios”
“Ok, gracias por el dato”.

Hasta ahora me pregunto como carajo hizo para cortar un bollón de vidrio con el cuchillo.

Yo no quería, pero era yo o mi estómago, y el último estaba dispuesto a ganar, cueste lo que cueste.
Me vestí apropiadamente [no iba a salir con una remera XL y medias a la calle] y crucé a la panadería, pedí $60 de bizcochos y dos alfajores de chocolate con maní en su alrededor.
Quedé satisfecha.

11:15 arranco para la parada, no sin antes pasar por lo de Nadia.
11:25 estamos en la parada, nos tomamos el 77 y nos bajamos en 18 de julio y Eduardo Acevedo, como hacemos todos los días.

Entramos, yo entro al salón finalmente. Luego de casi dos meses haciendo puerta en el glorioso Iava [ya que me dedico a recursar dos materias], la docente de Italiano se dignó aparecer, y como es típico, pretendió marcar territorio.
Quizá sea yo que soy demasiado detallista y me fijo en todo, o quizá la tipa tiene un retardo tan grande como Rusia.

La veo y no pude dejar de analizarla. Estatura mediana, complexión física normal. Rubia, mejor dicho, rubia teñida, nariz con forma de gancho carnicero; vestía una campera de Jean, abajo un cangurito de hilo color terracota, y abajo una musculosa blanca. Pero nunca me voy a olvidar de las horribles botas tejanas color dorado con hilos blancos, eso me quedó marcado.

Hablaba extrañamente, era como si tuviese un choripán atragantado, muy pausada y cada vez que decía algo, tomaba grandes tandas de aire. Dictó el programa y el título del texto que vamos a empezar. La odié. Muchísimo. Ojalá abandone el curso en dos semanas.

13:05 p.m.- Me tomo el 144, y para mi suerte, hay dos asientos libres. Me senté y saqué el Mp3.
Iba re concentrada, escuchando Sonic Youth cuando de repente..nada..el mp3 deja de sonar. Ya me la veía venir, pero igual, traté de hacerme la boluda. Sí, el muy hijo de puta había consumido toda la pila. Lo cual significa que fui 40 minutos disfrutando la música del ómnibus, que se resume a “I was made to loving you baby”; “nosequecarajo de una cabaña”; “El beso del osito”; “Procura”, entre otros.
Entre todo eso, sube un flaco de unos..quince años, alto, delgado, castaño de ojos verdes. Era Emo. Sí, era Emo.

Se sentó a mi lado y me examinó [lo noté], mira mi mochila y ve que se escapa un parche – que había comprado – de Iron Maiden, a lo que esboza una sonrisa y me dice:
“Pah, Airo’ maide’ es una mierda” – considerando mi amor platónico por esa banda, mi mal humor, que estoy con el período y que para peor, vino de un Emo metro-sexual, mi respuesta era más que obvia.

“Si eh¿? Aguante los putos de Chemical Romance” [Sarcasmo, ironía. Lo de siempre]

“Sabelo que sí, eso es música”.
Lo miré, le hice el típico gesto de morderme el labio inferior, levantar la ceja izquierda y mirarlo de arriba a bajo, y decidí ignorarlo.

Su cara me era familiar. Cuando desciende me acuerdo. Ese flaco apareció en la página de los EMO.
Llego a casa, finjo un terrible dolor estomacal. Mamá me consciente y me manda a su cama [colchón gigante de dos plazas, es orgásmico]. Me hace un caldo de los Quick y me prende el televisor. Tengo el poder. Estoy en el trono [no idiotas, no me refiero al trono del baño], ahora todos me consienten. Me abusé de eso y logré que todos me ignoraran, incluso el gato.

Me quedo dormida a eso de las 17:30. Me levanto a las 23:00.
Son las 03:44 y tengo insomnio. A las 8:00 tengo que estar en pie.

Todo esto es culpa de la Ausencia de la Manteca Salada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi "alarma recurrente" suena a los 10 minutos, no a los 15.
Qué día de mierda, burguesa ociosa! El dormir es para burócratas inoperantes!!! Los proletarios nunca dormimos! Trabajamos para el partido!

Anónimo dijo...

Estoy resfriado (y a la moda, porque todo el mundo está resfriado), y desde hace unas 20 horas un líquido símil agua recorre mis fosas nasales y se derrama por mi bigote sin que me de cuenta. Además hace 15 o 18 horas que no me baño y tengo una maraña indescriptible en la cabeza, repleta de grasa. Visto un pantalón polar y una camperita polar azul, estirada (además de horrible) que compré en el 2001 y aun subsiste. Debajo de ella se esconde una remera azul con las firmas de todo el plantel de jugadores del Zaragoza español (?).
Así que no pretendas aparentar ser horrible a la hora de levantarte, a mí no me vas a ganar.